
Niño Jesús
Escuela quiteña. Siglo XVIII
Talla en madera policromada
14,5 cm de altura x 29 cm de ancho x 15 cm de profundidad
Talla de Niño Jesús, escultura de pequeño tamaño, recostado sobre su lado izquierdo, con los brazos extendidos y las piernas recogidas para dotar de movimiento a la pieza. Probablemente se trata de una imagen vestidera, por la falta de indumentaria de la pieza. Su cabello tallado y policromado acaba en pequeños rizos que enmarcan un rostro infantil, inocente, dotado de cierta seriedad, que fija sus claros ojos en el espectador. La posición de sus manos indica que habría portado los atributos de la pasión (ahora perdidos), una cruz, una corona de espinas, … todos ellos en clara alusión al calvario, a la salvación del mundo, al triunfo de la vida después de la muerte.
Es esta una iconografía que mezcla la imagen del Jesús Niño con los atributos del Cristo adulto, uniendo la idea de la inocencia con la violencia de la crucifixión. Este nuevo concepto o iconografía que asocia la imagen del Niño con nuevas enseñanzas, aparece tras el Concilio de Trento.


Detalles
Este tipo de talla de pequeño formato solían formar parte del ajuar de los miembros de los conventos de advocación femenina, sobre todo de aquellos de clausura, siendo la mayoría imágenes vestideras que portaban su propio ajuar. No solo se donan las figuras de Niño Jesus, sino que también era habitual encontrar entre las piezas la imagen de San Juanito, a quien se le considera iconográficamente compañero de juegos de Jesús.
La técnica en la que está realizada es talla sobre madera en un solo bloque, que se ha policromado con los tonos propios de las carnaciones,… La cara está aplicada a modo de máscara, método utilizado para poder incrustar los ojos de pasta vítrea en el interior de la pieza. En este caso el rostro está tallado en madera, aunque a veces estaba realizada en estaño aplicado a modo de máscara policromada.


Detalle
La escuela quiteña a la que pertenece la figura, es como se denomina a las manifestaciones artísticas que se dieron en el Virreinato de Perú durante el periodo comprendido entre 1542 y 1824.
Se considera el origen de la escuela quiteña a la “Escuela de Artes y Oficios”, fundada por el sacerdote franciscano Jodoco Rique y Fray Pedro Gosseal. Allí se forman los artistas locales, criollos (descendientes de europeos, pero nacidos en los virreinatos), influidos por las tendencias españolas, italianas y flamencas. Es un estilo que tiende a la naturalización de los aspectos religiosos, sirviendo además para la difusión del evangelio durante el periodo virreinal. Desde la metrópoli se llevaron piezas de arte sacro que sirvieron de modelo para los artistas, sin embargo, con el tiempo se produce una “quiteñización” de los personajes religiosos, mezclado con el Barroco predomínate de la época, y promoviendo unos valores estéticos de la época colonial.
Todos estos aspectos contribuyen a crear un estilo muy particular y novedoso.
El modelado de la figura, el realismo con toques idealizados, las carnaciones naturales y el movimiento de la imagen, son todas características de la escuela quiteña, cuyo último fin, como se ha visto, era la devoción.